miércoles, 18 de diciembre de 2013

Una buena lección

El voluntariado también escribe poesía para ayudarnos a reflexionar. os compartimos el escrito que nos acerca Blas Moreno, de la parroquia de San Rafael.

Gracias Blas!


UNA  BUENA  LECCIÓN

Un estudiante y su profesor
andando por un camino,
charlaban sobre sus cosas
pues también eran amigos.

Ven unos zapatos viejos
a la vera del camino,
supusieron que serian
de algún pobre campesino.

Que se los dejaba ahí
y que estaría trabajando,
en alguna plantación
en un campo muy cercano.

Y dijo el alumno al profesor,
escondamos sus zapatos,
nos ocultamos tras esa roca
y nos reímos un rato.

Le respondió el profesor,
del humilde no te rías,
y ya que tu eres  rico,
mejor darle una alegría.

Coloca en cada zapato
una moneda de plata,
mientras nos ocultaremos
y ya veremos que pasa.

Al terminar la tarea,
luego al cabo de un buen rato,
llego el humilde campesino
en busca de sus zapatos.
  
Al deslizar el pie dentro,
notó que algo le tropezaba,
y comprobando que era,
vio la moneda de plata.

Miró alrededor sorprendido
y se la metió al bolsillo,
mas no podía creerse, que,
en el otro zapato lo mismo.

Se puso de rodillas,
dio gracias mirando al cielo,
porque sin saber de donde
podía comprar alimentos.

El estudiante quedo impactado
al escuchar al anciano,
y se olvido de la broma,
 fue mucho mejor ayudarlo.

El joven aprendió la lección
que no podrá ya olvidar,
la alegría que produce
la satisfacción de dar.

Por eso en estos días
pensemos en los demás,
cada uno en lo que pueda
practique la caridad.

Blas Moreno
Diciembre 2013



 CENA DE AMIGOS

Queridos amigos míos,
una historia os voy a contar;
que se hace más presente
según va pasando la edad.

Un grupo de cuarentones,
quedaron para cenar;
y eligen un restaurante
llamado Café Central.

Porque sirven camareras
jóvenes con minifalda,
escote muy generosos
y cada una más guapa.

Diez años después,
se vuelven a juntar,
y repiten en el sitio
llamado Café Central.

Porque el menú es bueno,
y ya conocen el camino;
porque atienden muy bien
y hay buena carta de vinos,

y ya siendo sesentones,
pues, vuelven a quedar;
¿Y sabéis donde fueron?....
al mismo Café Central.

Porque es un sitio tranquilo,
limpio y sin olores;
están en paz y sin ruidos
y salón de no fumadores.

Diez años después,
a los setenta  ¿A dónde irán?...
muy bien, lo adivinaste
al mismo Café Central.

Con acceso a minusvalidos,
menú suave que es mejor,
es un sitio muy tranquilo
y hasta tiene ascensor.

Y metidos en los ochenta…
¿A dónde iran a cenar?...
ya se lo que estas pensando
repiten Café Central
.
Y todos tan contentos,
que buena idea les ha dado,
pues si, ha sido un acierto,
aquí nunca hemos cenado.

Si, ríete lo que quieras,
pero vete acostumbrando,
que aunque la memoria se vaya,
lo importante es ir quedando.


Blas Moreno
Diciembre - 2013

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